El presidente regional de Lima, Javier Alvarado, deberá solicitar 120 días de licencia sin goce de haber para participar en los comicios de octubre próximo y tentar una reelección, bajo el amparo de la Ley de Elecciones Regionales.
El pedido tiene que ser solicitado y luego aprobado por el consejo del gobierno regional de Lima, que lo aprobara sin chistar por estar totalmente sometidos al poder de turno.
Pero Alvarado sabe que ese también será el principio del fin, pues su lugar deberá de ser ocupado por la vice presidente regional Lita Román Bustinza, por ende todos su funcionarios serán removidos y sometidos a investigación por las incontables de denuncias de corrupción, en la que Alvarado también será incluido.
Ante este terrorífico panorama que no deja dormir a Alvarado y a su ejército de adulones y mermeleros, solo les queda dos caminos: PRIMERO que no renuncie y presente un candidato alterno, que obviamente será arrasado sin chance alguna.
SEGUNDO, que renuncie con las consecuencias inevitables de dejar de ser protegido por el poder judicial y ministerio público, pues se insistirá en las denuncias que ya tiene y en otras que serán hechas pues representan presuntos delitos visibles, para eso Lita Román, la nueva presidente regional por 120 días, solo debe de cumplir con su deber.
Ante esta situación adversa para Javier Alvarado, también se le presentan dos alternativas: PRIMERO que gane como sea las elecciones para volver a tener el statu quo y pueda continuar esta desastrosa gestión por 4 años más, con toda la sinvergüencería que estamos viendo, pero que la aceitada impunidad lo protege.
SEGUNDO que no gane, que es lo más probable, y también se prepare a recibir una avalancha de denuncias con un nuevo presidente regional, quien nos debe de garantizar que no habrá borrón y cuenta nueva. Si a eso le sumamos el proceso judicial del caso Telefónica que solo está suspendido por un aceitado Habeas Corpus, y el FINVER, caso pendiente y en investigación en el Ministerio Publico de Cañete, tendremos a un Javier Alvarado sepultado judicialmente, aunque no muerto políticamente, porque está comprobado que no hay cadáveres políticos.
Javier Alvarado no duerme, porque si no gana en primera vuelta, su situación política se le complica. Desgraciadamente estamos en el Perú, cualquier cosa puede pasar. Lo que si debemos impulsar es que a partir del 2015, todos los funcionarios de esta gestión sean investigados y denunciados penalmente, lo que no sería una cacería de brujas, sino una búsqueda de justicia, por todo el daño que hacen ahora. El poder no es eterno y no dura para siempre. Rían mientras puedan.
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