Reflotar La Historia Hundida


La exploración del fondo marino frente a las costas de Cerro Azul, sobre el cual se dio en 1615 el más importante combate naval de la Colonia, es una idea de largo alcance. El descubrimiento de las dos naves españolas que se fueron a pique pondría en el mapa una zona particularmente rica de nuestra memoria histórica, hoy hundida en el olvido.
El historiador y marino Jorge Ortiz Sotelo, con el apoyo de la National Geographic Society, ha logrado ubicar el lugar donde acaso descansan las naves Santa Ana y San Francisco. Ahora la cosa es llegar a ellas, un costoso ejercicio de arqueología subacuática. Pero al ser naves militares, no contienen tesoros, y no atraen ese tipo de financiamiento.
El combate no solo es célebre por el tonelaje que movilizó, sino porque el corsario holandés Spillbergen tiene un lugar notorio en los registros marítimos, y además porque es fama que allí peleó del lado hispano Catalina de Erauso, la famosa monja-alférez, fue imaginativamente biografiada por Thomas de Quincey, también en su paso por estas tierras.
Un posible museo de sitio con lo descubierto animaría el turismo de Cañete, valiosa zona que hoy es solo un lugar de tránsito hacia Paracas y Nasca. Sin embargo, la historia militar y cultural del valle y sus alrededores es sumamente rica, y cubre desde tiempos prehispánicos hasta fines del siglo XIX, con la Guerra del Pacífico.
Cerro Azul fue escenario de una de las pocas resistencias registradas al avance del imperio incaico. La fortaleza de Huarco, en las alturas de la península que forma el puerto, fue el último bastión en la defensa de este pueblo aniquilado por los Incas. Tras la Conquista sus piedras fueron usadas como lastre, y sirvieron para construir el Real Felipe.
Los testimonios británicos presentados por Celia Wu (1986) muestran que en Cañete se produjeron los primeros intentos de la infantería peruana de frenar la marcha de los chilenos, desembarcados en Pisco, hacia la invasión de Lima. La ubicación de esos choques militares, ciertamente menores, no ha sido establecido todavía.
Vemos, pues, que hay un déficit de estudios y memoria en el valle de Cañete. La fortaleza de Huarco alguna vez atrajo la atención de la Universidad Ricardo Palma, y eso produjo un útil libro en el 2004. Pero el proceso de excavaciones quedó pasmado, y el monumento arqueológico es pasto de las cuatrimotos (y la impotencia de un municipio pobre).

Sería lamentable que en esta era de bonanza económica, pública y privada, el reflotamiento de la valiosa información hundida por Spillbergen frente a nuestras costas no encontrara el financiamiento necesario. Ese proyecto, y los que esperan en tierras de Cañete, parecen hechos a la medida de la oficina promotora de turismo Promperú.
Publicado por JUAN VLADIMIR ROJAS HINOSTROZA

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