Por: Paola Francia Apaza
Responsable del Registro Estadístico CEM IMPERIAL-CAÑETE
El Centro Emergencia Mujer Imperial Cañete, solo en el mes de junio ha atendido 17 casos nuevos y 200 casos continuadores, el cual hace un total 217 personas que acudieron al CEM y recibieron 824 atenciones especializadas. El 100% de los casos registrados han sido mujeres, que oscilan en un 47% de 0-17 años (niñas y adolescentes), seguido de un 29% de mujeres adultas mayores (60 a + años) y un 24 % son mujeres adultas (18-59 años), de las cuales el 88% de las víctimas se hallan en riesgo severo, mientras que un 12% en riesgo moderado. Asimismo, teniendo en cuenta el tipo de violencia, el 59% de las victimas sufren violencia psicológica, mientras que un 23% violencia física y un 18% violencia sexual.
Este índice registrado nos muestra que son las mujeres las más violentadas, y que el fenómeno no respeta sexo o edad, pues la violencia se registra en muchos hogares cañetanos y esto se da porque principalmente no se tienen respeto, por falta de paciencia, machismo, celos, problemas económicos o por herencia cultural de familia a familia, entre otros.
El flagelo de la VFS es de larga data, pero la realidad nos muestra que son las mujeres las víctimas más frecuentes del abuso de poder que “muchos hombres” ejercen en sus casas contra estas personas, lo que se origina en una “supuesta” superioridad masculina sobre las mujeres. La violencia contra las mujeres es probablemente la violación de los derechos humanos más habitual y que afecta a un mayor número de personas. La violencia contra las mujeres no sabe de culturas, ni de clases sociales ni de etnias. Este escándalo cotidiano se manifiesta de diferentes maneras y tiene lugar en múltiples espacios, pero posee una raíz única: la discriminación universal que sufren las mujeres por el solo hecho de serlo.
Estas y otras estadísticas relativas son referenciales y no reflejan con exactitud la magnitud del problema, sospechándose que éste es mucho mayor, pues estos hechos no siempre se denuncian porque existe un desconocimiento de los canales y lugares adonde acudir, como también es marcado el temor a la estigmatización y condena de parte de la sociedad y dentro de la propia familia.
No hay ninguna duda de que debemos trabajar mucho más para mantener a nuestras familias sanas y salvas, pues la familia, cuya función es la de proporcionar a sus miembros protección, compañía, seguridad, amor y apoyo emocional tan necesario para un desarrollo saludable, se ve seriamente lesionada cuando se instaura el abuso, la violencia y el maltrato como sistema de relación entre sus miembros.
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